La motivación de los mecenas es formar parte del proyecto, sentirse partícipe o incluso contribuir con su propio talento.
Parece que en épocas difíciles sólo podremos hablar de arte con aquellos que todavía creen en eso de “por amor al arte”. Y para entender mejor esta idea nos remontamos al Renacimiento, donde surge la figura del mecenas, conocido entonces como “el protector de las Artes”, ya que su objetivo es patrocinar económicamente la actividad creativa de los grandes genios. Así Donatello, Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci pudieron desarrollar su carrera gracias a la ayuda de famosos mecenas del Renacimiento como los Médici. Y si hablamos de los mecenas modernos, todos conocemos a los Guggenheim, los Rockeffeller, Bill Gates o a las Koplowitz. Bien, pues ahora que estamos en época de vacas flacas todos sabemos que es un mal momento para pedir ayuda a los grandes mecenas, pero llámalo casualidad o no, que estamos en el gran momento del micromecenazgo.
Más conocido como el crowdfunding, es el sistema de financiación en masa donde a través de pequeñas donaciones de muchas personas un artista puede desarrollar su proyecto. El mecanismo es sencillo, ten una buena idea y busca una buena plataforma para encontrar la financiación. Entre las más populares están Indiegogo, Kickstarter,Lanzanos o Verkami, donde ellos mismo se definen como “un punto de encuentro para todo tipo de creadores: diseñadores, curadores, viajeros, pintores, escritores, cineastas, fotógrafos, músicos… En definitiva, soñadores.”
Y estos mecenas soñadores no distan tanto de los del Renacimiento, puesto que su interés no es otro que “codecidir, cocrear y coconsumir”, según explica Antoni Gutiérrez-Rubí. Y no queremos decir que el objetivo de estos nuevos mecenas sea la propia exaltación, prestigio o gloria personal o familiar, como podría pasar en otras épocas. En cualquier caso la motivación principal siempre es formar parte del proyecto, sentirse partícipe o incluso contribuir con tu propio talento, aunque entonces comenzaríamos a hablar de crowdsourcing.
La financiación colectiva nos indica, una vez más, que el consumidor ya no se limita a consumir, sino que demanda influir en los pasos previos. Quiere opinar y decidir sobre la obra, algo que convierte a estas plataformas en un puente entre artista y mecenas, a los que también podríamos llamarles comunidad, ya que estas plataformas son en definitiva un lugar donde compartir intereses. Por eso, para que un proyecto funcione mediante el crowdfunding es necesario crear comunidad y moverla a través de una buena campaña que dé a conocer la idea, que la haga llegar a otros medios, y que consiga generar confianza y seguridad entre artista y mecenas. Porque al fin y al cabo es la comunidad la que financia y consume por amor al arte.