Queremos que las historias se expandan en todo tipo de medios y formatos. Pero no sacrifiquemos la esencia de la narración, no rompamos la magia de la ficción.
Nosotros y todo hijo de vecino ya ha prodigado las bondades y maravillas de las estrategias transmedia. Tanto para expandir los universos de las creaciones de ficción como para la comunicación de las marcas. Y cuando se habla de estrategias transmedia el foco suele fijarse más en el continente que en el contenido. Pues bien, hoy vamos a virar la profundidad de campo hacia la esencia de las historias en los universos transmedia: la magia de la ficción.
Punto y aparte. Cuando vamos al cine, vemos una serie o leemos un libro queremos sumergirnos en la historia. No hace falta que sean historias verosímiles, simplemente historias que queramos vivir. No importa si en el espacio exterior no se oyen las explosiones o si los dinosaurios se extinguieron hace millones de años. Queremos vivir historias.
Pero al igual que nuestros amigos no suelen hacer un paréntesis en una conversación de WhatsApp para enviarnos publicidad -a menos que se trate de algún meme relacionado con el sector-, o rara vez los actores de una película miran a cámara para interpelar directamente con los espectadores -a menos que emulen el lenguaje documental-; las comunicaciones transmedia en la ficción tampoco deben desviarse del hilo narrativo para romper la magia de la historia y devolvernos los pies al duro suelo de la realidad.
Estrategias transmedia que rompen la magia de la ficción
Encontramos muchos ejemplos de estrategias transmedia en las series de ficción televisiva que han traspasado los márgenes de la pantalla para que sus personajes tengan vida propia en las redes sociales, o repercusiones en otros canales a partir de las acciones realizadas en la trama.
Todos los canales de nuestro universo narrativo transmedia deben mantener viva la realidad de la ficción. Vamos a ver algunos ejemplos, sin spoilers, que en algún momento han podido sucumbir a romper la magia de la ficción para intentar obtener un retorno demasiado directo en audiencia o promoción.
Save Walter White
Los muchos seguidores de Breaking Bad seguro que recuerdan cuando el inocente hijo del profesor de química metido a maestro del crimen organizado crea una página web con el objetivo de recaudar fondos para curar el cáncer de su padre.
Save Whalter White, que ha recibido más de un millón de visitas desde su creación, emula la página que podría crear el personaje. Con fotos caseras y ese estilo de tipografía que tanto nos gusta. Durante un tiempo el donativo estuvo vinculado a la National Cancer Coalition, consiguiendo más de $125.000 de recaudación. Genial.
Emociona ver un trozo de la serie fuera de su contexto. La verosimilitud de la historia se dispara. Y si es para una buena causa, como la cura del cáncer, todavía nos implicamos más. Pero si ahora un usuario entra en la web, considerando también que el consumo de series se ha desvinculado de su fecha de estreno, y quiere hacer un donativo… ¡Pam! la realidad le abofeteará en la cara redirigiéndole a la página de la serie en la web de la AMC. ¿Por qué no aprovechar el tirón de la historia para seguir recaudando fondos?
Los consejos de Barney Stinson
Son recurrentes los perfiles personales en las redes sociales de los personajes de las series. Un caso paradigmático es el de Barney Stinson, el misógino personaje de la serie How I met your mother interpretado por Neil Patrick Harris, que en su cuenta de Twitter nos explica sus míticas reglas y consejos. Tanto el actor como el personaje ganaron un Shorty Awards, los “Oscar de Twitter”.
Pero entre tuit y tuit del divertido personaje, el afán de promoción directa de la serie a veces se apodera del teclado y no puede evitar algún mensaje referente a la grabación o emisión de la serie que hace perder cierto encanto a la ficción. ¿No serían estos 140 caracteres más apropiados en la cuenta del actor?
El Príncipe
La series de ficción de manufactura española también se han sumado a la moda de los personajes tuiteros. Las intenciones son buenas, pero todavía nos queda mucho trecho para alcanzar el cáliz de la magia transmedia. Por ejemplo, podemos encontrar a los principales personajes de la serie El Príncipe haciendo de las suyas en sendos perfiles gestionados por el equipo de guión.
Conocemos mejor la personalidad de los personajes, algunos detalles que motivan la trama y otras lindeces del Inspector Fran, el Agente Morey, la bella Fátima o el malote Faruq. Pero, ¿acaso la gente normal tiene un fotógrafo que le va siguiendo para luego poder subtitular las fotos y compartirlas en las redes sociales? O lo que es más grave, ¿algún asesino que se precie de serlo compartiría alguna imagen a modo de prueba de un asesinato? No y no.
Dejemos que las historias campen a sus anchas expandiéndose en todo tipo de medios y soportes. La barita mágica de la ficción nos puede tocar y encantarnos en el sitio más inesperado. Pero ojo, un mal ingrediente en nuestro conjuro puede romper el hechizo transmedia que tanto cuesta construir. ¡Abracadabra!